En una de tus clases, notas que el profesor está especialmente agotado. Al final, te acercas y le preguntas si necesita ayuda con algo. Sorprendido, te sonríe y te agradece. “La verdad, Lucía, gracias, pero no se trata de eso. A veces siento que no tengo tiempo ni para pensar con tantas cosas que me piden que haga.” Te vas a casa con una sensación incómoda y empiezas a darte cuenta de que, tal vez, las condiciones de los profesores también afectan tu educación.